De construcción colonial establecido sobre una waka inca con hermosos cuadros de la escuela cusqueña e impresionantes murales donde se representa la Divina Comedia interpretados por un mestizo Tadeo Escalante ubicada en la plaza del pueblo de Waro.
MUSEO DE PETROGLIFOS"Piedras Sagradas de Waro"
Las piedras con escritura inca que contiene este museo fueron encontrados hace 26 años en el valle del Huatanay y el Vilcanota desde San Sebastián hasta Quiquijana (Cusco) por el estudiante de antropología Renato Dávila Riquelme y puestas en valor por un equipo conformado por los Antropólogos Renato Dávila Riquelme, Julio Oblitas Valencia y la estudiante de antropología Liliana Dávila Jurado, en el año 2000. Este museo considerado único en América, contiene mas de 100 piedras con escritura criptográfica inca con similitudes a la escritura Maya o Egipcia con mensajes metafísicos y esotéricos que fue manejado por una Elite de poder formado por sabios Amautas. El museo también contiene mesas ceremoniales, piedras sagradas de toda forma y origen. El museo representa una Waka Sagrada, ambientado con música mística luz especial.
Huaro
El poblado de Huaro esta ubicado a 4 kilómetros más al sur de Andahuaylillas (41 kilómetros de Cusco).
En
la plaza de esta pequeña comarca yace una blanca iglesia, que cuando no
es época de fiesta luce desierta. Le antecede una alfombra de cantos
rodados que forman elaborados diseños en el piso. El templo colonial de
Huaro posiblemente fue construido desde el Siglo XVII y terminada en el
Siglo XVIII. Su estructura está conformada por una planta clásica de una
sola nave, fachada del primitivismo clásico con decoraciones nativas,
torre españada, techo de palos armados en doble vertiente. Una vez
dentro, destaca su altar renacentista, uno de los más antiguos del país,
pero lo más fascinante de este templo son, sin duda, las pinturas
murales que flanquean la puerta de entrada.
La
libertad y la originalidad del artista Tadeo Escalante tienen su
principal expresión en las pinturas murales de Huaro, que muestran un
singular arte que combina lo popular y el barroco en una original
elaboración que asombrará al visitante. El mural del infierno, que
ilustra la portada, obra de este pintor cusqueño del virreinato, muestra
una independencia de influencias foráneas y el comienzo de la gran
tradición de la pintura mural andina de trazos ingenuos y originales. La
muerte está continuamente representada y asombrosos seres, que combinan
rasgos humanos y animales, forman parte de este universo de imágenes
que relatan la vida después de la muerte y el terror del mundo de las
tiniebla.
Arquitectura
El templo está ubicado hacia un costado de la plaza
del poblado, en dirección suroeste. Sigue la típica manera de construir
templos empleada en el sur andino para las parroquias de los “pueblos de
indios”. La planta es de una sola nave alargada con torre campanario y
capillas adosadas a ambos lados de la misma. Está construida con muros
de adobe encima de cimientos de piedra y techada con estructura de
madera rolliza en el sistema de par y nudillo, típico de templos en el
área surandina, que recibe la cubierta de tejas de cerámica. Se
caracteriza por tener una capilla abierta, a modo de balcón, en la parte
superior de la fachada de pies que se abre hacia el atrio y la plaza
principal del poblado histórico de Andahuaylillas.
El
atrio empedrado precede el templo y fue antiguo cementerio colonial.
Son características del conjunto las tres cruces de piedra que sobre
podio de piedra, tiene su nueva ubicación al lado de la torre
campanario.
La nave del templo presenta sotocoro, baptisterio,
capillas laterales y presbiterio con sacristía; tiene tres accesos, el
principal y dos laterales. El ingreso principal desde el atrio, está
conformado por portada de pies, en cuyos flancos se encuentran el
Baptisterio y el acceso al coro alto y a la torre-campanario que es de
base cuadrada. Las otras dos entradas de arcos de piedra, se encuentran a
los costados de la nave, uno en el lado izquierdo del muro o del
Evangelio y otro en el lado derecho o de la Epístola.
El coro en forma de “U”, está construido en madera con baranda, formando balcón y donde están ubicados dos órganos; igualmente se observa un óculo en la parte central del piñón del mismo, alrededor del que se lee un texto en latín. La planta destaca por la presencia del sencillo artesonado pintado con rombos policromos dentro de los que observan diseños florales.
El coro en forma de “U”, está construido en madera con baranda, formando balcón y donde están ubicados dos órganos; igualmente se observa un óculo en la parte central del piñón del mismo, alrededor del que se lee un texto en latín. La planta destaca por la presencia del sencillo artesonado pintado con rombos policromos dentro de los que observan diseños florales.
El piso original fue de ladrillo
pastelero, ha sido substituido por uno de laja de piedra; antes del arco
triunfal, la altura del piso sube unos centímetros hacia el presbiterio
y al altar mayor.
Cuenta con cuatro capillas
laterales, una a cada lado de la nave y dos en el presbiterio. La
primera a partir de la entrada, en el lado izquierdo o del Evangelio
está dedicada al Señor de Achacrapi; la segunda, al lado derecho o de la
Epístola dedicada a la Virgen de Monserrat. En el presbiterio, lado del
Evangelio está dedicada a Nuestro Señor y la capilla que está enfrente,
dedicada a la Ascención del Señor. La sacristía está ubicada en el lado
de la
Epístola en la zona del presbiterio y frente a ésta existe la
habitación destinada al ecónomo de la parroquia.
Pintura mural
Los murales, el atractivo que lo hace tan
representativo, motivo por el cual se lo conoce como la “Capilla Sixtina
de América”, decora el frontis, la capilla abierta del templo, así como
gran parte de los muros de la nave, del presbiterio, la capilla lateral
de la Ascensión del Señor, el sotocoro y el coro alto.
Son
murales que pueden datarse de la época de la construcción del mismo, es
decir de inicios del siglo XVII, así como un segundo momento en algunos
otros murales que decoran la parte superior de los muros de la nave,
posiblemente de la segunda mitad del siglo XVII, cuando el barroco
mestizo había ganado espacio en las artes de los Andes Centrales.
La pintura mural en los Andes del Sur es un fenómeno
muy importante que se desarrolló en el contexto de la Escuela Cusqueña
de Pintura, durante la época colonial, desde fines del siglo XVI hasta
su marcada presencia en los siglos XVII y XVIII, tanto en la
arquitectura religiosa como civil.
Es importante
señalar los nexos entre la pintura mural y la arquitectura. La opción en
el área andina, de edificar con adobe, fue decisiva para adaptar las
técnicas para ejecutar la pintura mural al temple, en lugar de la
difundida pintura al fresco. Así se encontró una técnica adecuada y
complementaria al soporte constituido por los muros de adobe, que
permitió convertir esa modalidad artística en procedimiento simple y sin
complicaciones.
Todos los murales surandinos
están ejecutados al temple, técnica que facilitó la ejecución de los
mismos, considerando la premura que se tenía por la enseñanza de la
doctrina cristiana a los nativos, a través de los murales.
Las
pinturas de los muros del templo de Andahuaylillas son uno de los
ejemplos más relevantes de este. Su existencia se debe principalmente a
la presencia del clérigo Juan Pérez de Bocanegra, humanista, uno de los
más importantes lingüistas del idioma quechua, gran conocedor del mundo
andino prehispánico, y que fue párroco de Andahuaylillas en la década de
1617 a 1627.
Es posible que este ilustre
personaje mandara pintar al limeño Luis de Riaño, los muros del templo
con programas doctrinales. De momento puede señalarse que la influencia
del estilo Manierista, está presente en la decoración del templo. El
pintor Riaño, no sólo hizo los murales sino también realizó varios
lienzos que llevan su firma.
De esta época son los
programas evangelizadores del “Camino al Cielo” y el “Camino al
Infierno”, pintados en el muro de pie del sotocoro y que representan la
enseñanza bíblica que las almas que han seguido el angosto y espinoso
camino en la vida, tienen el cielo como recompensa; debajo de este
mural, se lee el Salmo referido a la bienaventuranza de los que han sido
perdonados; contrariamente, quienes vivieron el ancho, fácil y florido
camino en la tierra, tendrán el infierno como morada eterna, tema que se
ha representado al otro lado del muro de pie conocido como “Camino al
Infierno”. Debajo de este tema, está escrito el Salmo referido a las
idolatrías. Es posible que el programa se haya inspirado en grabados del
artista flamenco Wierix.
El programa bellamente
pintado en el piñón del coro alto “La Anunciación” es la escena
sobresaliente. Su relación con el óculo central del hastial es notable.
En torno al mismo, por donde ingresan los rayos solares, reza la
siguiente inscripción: Sancto-Adonai Radex-Clavis Rex Oriens, cuya
traducción es aproximadamente “Santo Dios, Rey de Oriente” y que alude
al Dios de Israel, Adonai, como raíz y llave del mundo representado como
el Sol o Rey de Oriente.
Es el espíritu de Dios
que iluminará el mundo. Dios Padre está representado por la luz del sol
que ingresa por el óculo; Dios-Hijo por la escena de La Anunciación y la
leyenda pintada en el tirante que cruza el coro que señala que la
Virgen será fecundada por el Espíritu Santo y nacerá el Redentor del
Mundo y Dios Espíritu Santo por el óculo que ha sido ubicado en vez de
la paloma para no representarla por temor a la zoolatría de los nativos,
que al verla pintada, pudieran confundirse con sus antiguas ideas y con
las palabras inscritas en el interior del óculo Virgini Concebid que
hace alusión a su concepción.
En la nave, lado del
Evangelio, está la portada de ingreso al baptisterio, conocida como la
Portada Pentalingüe por estar pintada la inscripción bautismal, “En el
Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, en cinco idiomas,
latín, castellano, y los idiomas nativos quechua, aymara y pukina, este
último en desuso. En la parte central de este ambiente se aprecia la
pila bautismal, labrada en piedra con policromía. Igualmente se observa
el lienzo del Bautismo de Cristo firmado por Luis de Riaño y fechado en
1626. Presenta pintura mural decorativa a modo de friso, recientemente
restaurada.
Además de las grandes escenas del
sotocoro y de la portada pentalingüe, existen otras de importante
calidad y colorido. Cartelas con santos, sujetas por ángeles tenantes
aparecen en frisos a lo largo de la nave del templo. En el coro alto
este friso se apoya sobre una sucesión de arcos simulados con jarrones
de flores. La cenefa del zócalo con santas flanqueadas por cornucopias y
racimos de uvas es de especial interés por la profusión de decoración
floral.
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